En el tejado había un gato. Era negro pero el pelaje de su cuello era de color blanco y parecía que llevaba una bufanda. Su hocico también era blanco y de él salían unos bigotes largos y bien arreglados. Se pasaba las noches mirando a la luna y maullando canciones que sólo el conocía, y se decía a si mismo que aún le quedaba una vida.
Por las mañanas bajaba del tejado con esa elegancia que solo poseen los gatos. Odiaba al sol, pues hacía que la luna se fuera, y se escondía de él todo lo que podía. Se paseaba por los corrales y las cuadras con esperanzas de cazar algún ratón despistado o algún pajarillo que se hubiera caído del nido y al atardecer volvía a subir a su tejado.
Sus ojos verdes robaban el brillo que perdía el cielo y peinaba sus bigotes antes de que ella apareciera. Llevaba seis vidas esperando que su amor le dijera algo pero ella se limitaba a cruzar el cielo y volver al día siguiente, unas veces alegre, llena y blanca iluminándolo todo, otras triste y menuda. Pasó la noche maullando sus mejores canciones, cantándole a la luna los mejores piropos, las cosas más bonitas que jamás un gato hubiera dicho, pero como cada día el sol volvió a aparecer en el horizonte y su luna desapareció por el otro lado. Bajó de su tejado: aún le quedaba una vida y podría esperar un día más.
Por las mañanas bajaba del tejado con esa elegancia que solo poseen los gatos. Odiaba al sol, pues hacía que la luna se fuera, y se escondía de él todo lo que podía. Se paseaba por los corrales y las cuadras con esperanzas de cazar algún ratón despistado o algún pajarillo que se hubiera caído del nido y al atardecer volvía a subir a su tejado.
Sus ojos verdes robaban el brillo que perdía el cielo y peinaba sus bigotes antes de que ella apareciera. Llevaba seis vidas esperando que su amor le dijera algo pero ella se limitaba a cruzar el cielo y volver al día siguiente, unas veces alegre, llena y blanca iluminándolo todo, otras triste y menuda. Pasó la noche maullando sus mejores canciones, cantándole a la luna los mejores piropos, las cosas más bonitas que jamás un gato hubiera dicho, pero como cada día el sol volvió a aparecer en el horizonte y su luna desapareció por el otro lado. Bajó de su tejado: aún le quedaba una vida y podría esperar un día más.
16 de octubre de 2005, 14:14
Mae mia... se nota que hay bastante potencial en estas lineas... me ha gustado muxo!!
16 de octubre de 2005, 14:30
Bonito texto, la pena es que no me gustan los gatos, será porque encima les tengo alergia jejeje.
16 de octubre de 2005, 15:58
Me alegra que os gustara!! a mi no me dan alergia pero no me gustan nada, los asocio a "soledad" y a la vieja loca de los simpsons que vive rodeada de gatos, no se por qué jajaja
23 de octubre de 2005, 17:22
Je,je, acabo de leer el texto.Pues a mi me encantan los gatos, aunke kizas si tenga algo de razón sacris en eso de ke se asocian a soledad...No se, pero me ha gustado el texto,a esperar un dia mas como el gato...