¿Te ha comido la lengua el gato?

Eso me decía mi abuela cuando estaba callado. El otro día estaba con un grupo de personas y una de ellas me preguntó por algo que había publicado en el blog. Cuando le contesté tuve que explicar a la otra gente que nos acompañaba que era lo del blog y que llevaba varios años ya escribiendo con mayor o menor frecuencia y de repente me entró miedo escénico. No sé, no es que me importe que gente conocida lea lo que escribo, de hecho al principio (y aún ahora) cuando publicaba enviaba un email a mis amigos para que entraran a leerlo. Tampoco es que me hicieran mucho caso, pero el caso es que el otro día con esta gente me sentí un poco avergonzado. Tampoco creo que sea avergonzado la palabra pero no se explicarlo de otro modo y lo cierto es que últimamente me cuesta más escribir. ¿Será esta la razón? Quizás solo sea que no me gusta sentirme observado ni ser centro de atención, quizás solo sea que últimamente el proyecto de escritor fracasado que soy esté menos inspirado que nunca o quizás, como decía mi abuela, últimamente me ha comido la lengua el gato.

La canción: Lejos de veras, de Lagarto Amarillo
.

El miércoles nos fuimos por la tarde a dar un paseo Sacris, Rus y un servidor. Después de tomarnos unas cañitas con limón y unas patatas Ali-oli para picar, Rus nos dijo que estaba sola en casa y que si queríamos ir a cenar con ella, a lo que accedimos de gran agrado.
En principio no teníamos claro que cenar.....pero pensando yo un rato pregunte a Rus que si tenía huevos en casa, a lo que me dijo que si. Con eso se me ocurrió el famoso plato de la tortilla destructurada de Ferrán Adriá que consiste en una tortilla de patatas con patatas fritas de bolsa.
Dicho y hecho, compramos unas patatas en un chino y algo para beber. Aquí os dejo un par de fotos de los ingredientes en marcha:

Primero batí 6 huevos en un bol, con poca sal al huevo porque las patatas fritas ya tienen sal de por si y no era para dejarla salada. Le añadí patatas al gusto (unas mas grandes y otras más trituradas rompiéndolas con la mano).


Hasta aquí todo bien, pero se nos fue complicando la cosa ya que Rus no tenía en casa un plato lo suficientemente grande como para dar bien la vuelta a la tortilla y aquí Sacris las paso canutas y algo se derramó; (Todo hay que decir que se presento valerosamente a darla la vuelta porque parece ser que es un experto en el tema de dar vueltas a las tortillas). Pero finalmente con maestría conseguimos sacar un buen resultado. Pero la próxima vez, sin duda, nos saldrá aun mejor. Dejo foto como prueba del resultado final:

Hay que decir que tenía muy buen sabor, pero la próxima vez seremos mas generosos con las patatas y algo más de huevo para que nos salga mas gordita. Pero el plato de dar la vuelta nos tenía limitados en el tamaño.

Ahora os toca a vosotros opinar o contarnos vuestras experiencias en la cocina. Saludos

Ya llego el verano. Y se ha hecho notar con subidas de temperaturas que mucha gente esperaba. Yo quizás por otra parte no me gusta tanto, ya que mi jefe hasta mediados de junio no nos pone la jornada intensiva y pasamos las consiguientes calorinas.
Como siempre suele ir a contracorriente de mi hermano en casi de todo, en esto también discrepamos, a el le gusta mucho el calor y yo no lo soporto; Me da dolor de cabeza, no paro de dar vueltas por la cama y aunque me destape del todo y sólo duerma con un pantalón corto sigo sin encontrar la postura. Al final me veo en el salón, enchufando el aire acondicionado y durmiendo en el sofá jejeje.
Pues lo dicho que bienvenido sea el verano pero que no apriete mucho hasta que no me vaya a Málaga (Benalmádena) a mi apartamento con piscinita y la playita al lado jejeje.
Saludos y no paséis mucho calor.

Me se de algun@ que nada más leer el título de este post va a sonreir. Bueno, ese es el objetivo y es que el origen de este post está aquí: Las lentillas y yo I y II.

El caso es que anteayer mi hermano fue al oculista que le dijo "si os ponéis tan poco las lentillas os va a salir mejor comprarlas de las diarias, porque aunque sean más caras que las mensuales a la larga os va a salir mejor y además es mucho mejor para vuestros ojos porque hay menos riesgos de que cojáis infecciones en los ojos". Y como suelo hacer caso a los médicos ayer fuí yo a mi oculista a que me diera unas lentillas de prueba (y ya de paso que viera a mi hermano si las de prueba suyas le valían).

Total, que quedé con mi oculista en que hoy me las ponía en el trabajo y luego iba a verle para que valorara si mi ojo se adaptaba a ellas después de haberlas usado al menos dos horas, y como es una chica precavida me dió dos pares. Esta mañana he cogido un par y mi bote de líquido para lentillas (aún soy muy torpe y necesito mojarlas mucho) y me he ido tan feliz a la oficina. A eso de las cuatro he salido un momento al baño, que tenemos un espejo enorme y está muy bien iluminado y he abierto una de las lentillas. Ya estáis imaginando lo que pasó ¿no? Je, je, je... pues no, ¡os equivocáis! Me la puse a la primera en el ojo derecho pero nada más ponermela empezó a picarme el ojo como nunca, y a llorar, y después de pegarme un rato con mi propio párpado logré quitarmela.

Y ahora ya si que pasó lo que imagináis, nada más quitarla la puse en la mano izquierda, la sumergí en líquido de lentillas y ya estaba dispuesta en mi dedo índice para volver a ponermela cuando me empezó a picarme la nariz. Entonces y sin mover la mano derecha me rasqué con la izquierda y cuando miré otra vez al dedo índice de la mano derecha... ¡ya no estaba la lentilla! ¿¡Como puede ser!? ¿Os podéis creer que no la he encontrado? Ains, es que como ya os conté las lentillas son seres marinos a los que le gusta jugar al escondite.

Y todo esto para nada, porque después ya me he ido a casa, he cogido el par de lentillas de prueba de respuesto, me las he colocado (a la primera) y cuando he llegado al oculista me ha dicho "Pues habrá que probar otra marca, porque estas no me gusta como te quedan, te resecan mucho el ojo".

Ains, si es que ya sabía yo que las lentillas y yo no nos ibamos a llevar demasiado bien...

En un verano de hace bastantes años llevaron a mi pueblo una máquina recreativa en la que cada partida costaba cinco duros. Un día de ese verano llegué a gastarme quinientas pesetas en una tarde en esa máquina, cantidad que para un chaval en aquella época era mucho dinero. La tarde se me pasó muy rápida y no fui consciente de lo que había hecho hasta que llegué a casa. Como siempre he sido muy maduro (pese a mi complejo de Peter Pan) aquel día decidí que debía recordar aquello cada vez que me encontrara en una situación parecida.

El viernes era la despedida de soltero de Stanz y fuimos al casino de Madrid a cenar porque le hacía ilusión. (Stanz, yo no entiendo las despedidas de soltero así, por muchas razones: primero porque el que se casa no debíera pagar y segundo porque el que se casa no debiera organizarla, pero bueno... ese no es el tema hoy). Como decía fuímos al Casino de Madrid y pasamos la noche entre mesas de juego. Había de todo: hombres solos, mujeres solas, viejos, jovenes, españoles, chinos.... de todo, pero me quedé maravillado de la cantidad de dinero que se movia en alguna de las ruletas. Incluso había gente que jugaba en tres o cuatro mesas a la vez.

La verdad es que el juego engancha. Primero cometes el error de jugar dos euros y medio (que era la apuesta mínima en la ruleta) a ver si aciertas el color, rojo o negro, en el que va a caer la bolita y después de estar un rato en el que has ganado y has perdido a partes iguales notas que el juego te llama. La tentación te llama. Tanto que hasta yo mismo me borré mi límite de diez euros que me había impuesto: cuando los perdí me jugué diez euros al rojo y acerté de modo que recuperé mi inversión inicial. Pero justo antes de salir y ya con mis veinte euros en fichas decidí intentar una apuesta más para ver si salía con fortuna de aquel lugar: cogí la mitad de las fichas y las aposté al rojo, pero esta vez salió negro.

En fin, como conclusiones saqué que perdí diez euros, que la noche estuvo divertida (más por la compañía que por el juego, vi a gente a quien hacía tiempo que no veía y estuve con gente con la que me siento agusto) y que no es cierto eso de que si eres desafortunado en amores lo eres en el juego.

¿No os ha pasado nunca que estás en medio de una conversación con alguien y de repente sueltas unas frase desacertada que es entendida de un modo que ni siquiera te habías dado cuenta que se podía interpretar y ya no hay marcha atrás? Y entonces, ¿que haces? Porque si bien dar las explicaciones que te solicitan es meterte en camisas de once baras, dejarlo en un “nada, olvidalo” es todavía peor cuando hay un motivo de fondo, por muy absurdo que este sea. Y es que a veces el subconsciente traiciona y algunas de las causas y efectos que han compuesto tu vida o la de gente que te rodea durante varios años sale por tu boca a modo de perla formando un pendiente justamente en la oreja de alguien que lo interpreta como un “¿me estás echando en cara algo?

En fin, últimamente creo que voy tarde o a destiempo a todo.


Después de ser un asesino me convertí en Samuel Vimes, comandante de la guardia de Ankh-Morpork e investigué una serie de asesinatos que ocurrían en ese fantástico Mundodisco inventado por Terry Pratchett. En Pies de barro el autor discute temas sociales y políticos con un tono sacástico, original, rídiculo y divertido que despiertan la imaginación de lectores de cualquier edad. Ahora me he ido a un libro más serio y me he metido en la identidad de Marco Fogg en El Palacio de la Luna de Paul Auster. Fogg es un tipo desarraigado que ha decidido dejarse llevar al no encontrar un sentido a su vida. Ahora estoy durmiendo en Central Park al límite de la miseria, ¿cambiará mi suerte?

¿Y Tú QuE EsTáS LeYeNdO?

El otro día estuve en el concierto de una cantautora gallega llamada Silvia Penide y la verdad es que me gustó muchísimo. Fui solo, a sabiendas de que no iba a lograr engañar a nadie mandé un montón de emails por ver si alguien se animaba pero llegó el jueves y casi no había recibido respuestas. Como diría Tontxu yo en la vida fuí capaz de ir solo al cine, pero esta vez me obligué, y media hora antes de que empezara el concierto ya estaba sentado en el patio de butacas del pequeño auditorio del centro cultural Julio Cortázar, con mi pequeño mundo convertido en El Palacio de la Luna de Paul Auster.


Pese a ser gratuito había mucho sitio libre cuando se apagaron las luces de la sala. En el escenario una pequeña mesa roja sobre la que había un vaso rojo con letras chinas, una lámpara también roja y un cubo de rubik y justo al lado un taburete alto y el micrófono. Y ya salió la cantautora con su acompañamiento: morena, delgada, con ojos de soñadora y la piel muy clara inspira fragilidad y timidez pero sobre el escenario se hace grande, gigante. Su directo metafórico e intimista y salpicado con pequeños monólogos entre canción y canción te hace sentir como en casa, y su voz clara y a veces rota te hace vibrar y transmite energía con pequeños golpes de melancolía.


Silvia es amiga de una amiga mía que no pudo acudir al concierto, a la cual prometí que si me enviaba un email con una carta para ella yo se la entregaba en mano. De modo que al terminar el concierto me pasé por la sala donde estaban los artistas a cumplir mi promesa. Si bien es más bajita de lo que me había parecido en el escenario seguía transmitiéndome una sensación de fragilidad. Me presenté y le entregué el mensaje que no leyó entero en el momento, y como yo soy mucho más tímido que ella y además estaban esperándole amigos suyos para hablar con ella decidí desaparecer de escena.

En definitiva, que me gustó mucho el concierto y que para la próxima vez que venga a Madrid seguramente vuelva a ir a verla. ¿Alguno se anima?

Hoy he dado un paso atrás en mi proceso de transformación en cabronazo y es que hay días que te levantas con el pie izquierdo y todo sale mal. Resulta que quería levantarme temprano para ir pronto a trabajar porque tengo que salir antes para irme a hacer el examen, y cuando entré en el metro y me aparté a la derecha una chica que iba con prisa y bajaba andando las escaleras mecánicas se ha caído. Lo he visto a camara lenta, una de esas caídas monumentales de las que si la ves en la televisión te ries.

¿Por qué digo que he dado un paso atrás en mi transformación? ¡No me lo creo ni yo! ¡No me he reído! Ains. Y luego el gran diablo de los cabronazos se ha vengado de mi, y cuando he llegado a los tornos y he sacado mi abono mensual... ¡había perdido el de este mes! Ains, esto pasa por no reirme.

Posdata1: a la chica no le pasó nada, se levantó con toda la dignidad que pudo y siguió bajando las escaleras andando.

Posdata2: me volví a casa y encontré el billete del abono de este mes.

Posdata3: pa la próxima me rio.

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