Ayer decidí venir a trabajar en autobús. La verdad es que tardo el mismo tiempo que viniendo en cercanías, solo que el autobús me deja frente a mi oficina. Al otro lado de la A6 pero frente a mi oficina, y solo tengo que cruzarla por una pasarela metálica y ya está. Pues bien, eran las ocho y media de la mañana (más o menos) y hacía bastante frío y según iba subiendo por la pasarela me di cuenta de que resbalaba mucho.
Con las manos en los bolsillos, la cremallera subida hasta arriba y mis mofletes frescos del viento iba yo tan feliz cuando me disponía a bajar por la pasarela despacito para no caerme: "
cuidado que resbala", pensé, y di un pasito firme y seguro. "
No vayamos a caernos", y di otro pasito firme y seguro. Yo ahí, por el medio de la pasarela sin agarrarme a la barandilla porque soy
así de valiente, y pasito a pasito estaba llegando al final cuando... aaaale, ocurrió lo que tenía que ocurrir y que todos estáis pensando.
Si señoras y señores, resbalé y di con mis posaderas en el frío suelo metálico de la pasarela, y la señora que venía detrás descojoná, agarrada a la barandilla pero descojonada de risa. Normal, si es que tenía que caerme, era matemática pura: tu ves una cuesta que resbala, piensas
"jo, me voy a caer" y entonces te caes. En fin, me levanté
como un gato (la verdad es que no me hice daño), pero pensando "
serás gilipollas, anda que no podrías haberte agarrado, tu ahí, por todo el medio, tentando a la suerte con tu porte torero".
En fin, que hoy me he vengado de la pasarela y la he pisoteado de nuevo... y esta vez no me caí.
Posdata: espero que os toque la lotería (y a mi también, claro) y no os olvidéis de la quedada (pincha
aquí) o mira un poquito más abajo, como prefieras :P