Hay días en los que todas esas cosas que apuntas mentalmente "para pensar luego" deciden hacer fiesta de disfraces en tu cabeza y salir todas a la vez. Entonces los males de amores, los miedos, las molestias y los dolores hacen que se tambalee esa serenidad de la que suelo hacer gala y toda la autosuficiencia que aparento.
El otro día volvía del trabajo en el metro, en mi querida Línea 7, encerrado en el libro que estoy deseando terminar cuando subió una mujer a la que ya había visto en otras ocasiones. Está demacrada, entra llorando pidiendo algo para comer y para un hostal, huele mal y le cuesta hasta andar. Recuerdo habérmela encontrado otra vez pidiendo algo para comer en un restaurante de comida basura, cargando la misma bolsa que el otro día llevaba. Y yo estaba con mi libro. Hacia una hora que había publicado la ventana a la utopía, que había estado pensando en la tómbola solidaria del sábado y en que otro mundo era posible, cuando el llanto de esa mujer tiró todos mis ideales al suelo.
¿Sería posible otro mundo para ella? La imaginé al poco rato gastando en droga o alcohol el poco dinero obtenido de las limosnas de la gente. La imaginé muerta de sobredosis en cualquier banco o portal de esta inmensa ciudad. La imaginé tambaleándose borracha por cualquier calle de Madrid. La imaginé en invierno durmiendo bajo cartones en cualquier estación de metro o en Plaza España. Me imaginé que otro mundo no era posible, pues es más fácil pensar eso a que de verdad vaya a gastarlo en comida y alojamiento que es menoes probable.
Y ella pasó llorando de lado a lado del vagón un par de veces bajo la indiferencia general, gritando que echaba de menos a su madre muerta, a su hija que no sabía donde estaba, a su padre que también había muerto. Intenté volver a retomar el libro pero fui incapaz de centrarme pues al fin y al cabo las utopías son inalcanzables, y por un momento muchas cosas dejaron de tener sentido.
Saqué la cartera y le di algo suelto que tenía cuando pasó a mi lado. Entre lágrimas seguía diciendo que tenía anticuerpos, que quería morir. Me dio las gracias y se bajó del vagón. No pude evitar sentirme observado por el resto de gente de un vagón que iba lleno, que se había apartado de la mujer más por asco que por dejarla pasar.
¿De verdad creo que otro mundo es posible o solo escribo esto por limpiar mi conciencia, por todas las veces que yo me escondo (y me esconderé) en mi libro o mi periódico o mi música? La verdad es que no lo se, pero aunque sea lo segundo espero que siempre quede algo de lo primero.
23 de junio de 2006, 1:22
Sabes que pasa?...cuando solía pertenecer a grupos en los que se reflexionaba sobre estos asuntos muchas veces llegábamos al punto donde ha acabado tu historia...ese punto en el que está(o creemos que está)la clave...¿pienso en esto xa limpiar mi conciencia o realmente mi conciencia me pide que piense en esto?
Es muy complicado, pero si te sirve de algo, la motivación no siempre es lo más importante...lanzar esta reflexión a la globosfera y dar ese testimonio tan cotidiano y cruel...eso tiene más valor...SE HAGA POR LO QUE SE HAGA
23 de junio de 2006, 11:52
Todos alguna vez llegamos a esa conclusión, sin embargo no dejes de perseguir tus sueños, tus ideales, tus utopías, quizás es imposible que lleguen a realizarse plenamente, pero si por el camino has dejado el rastro de intentar conseguirlas ya habrás logrado algo muy importante.
Ánimate, piensa que quizás el dinero que le diste le sirvió para comprarse un bocata. Mil besitos a todos. Especialmente a ti Sacris
23 de junio de 2006, 12:03
siempre quedara algo de lo primero sacris, un besazo!!!
25 de junio de 2006, 22:53
Yo creo q solo con esta reflexion q has hecho tanto para ti como para los que lo hemos leido ya estas ayudando a algo.
besos