Se acerca el verano y los movimientos masivos de coches. Seguramente la DGT sacará un nuevo anuncio en la televisión para concienciarnos de que no debemos correr, beber si vamos a conducir, hablar por el móvil mientras conducimos, ponernos el cinturón de seguridad y el resto de cosas que ya sabemos y que nos han dicho mil veces pero que seguimos sin hacer caso. “Yo controlo”, “bah, tampoco pasa nada por ir un poco rápido”, “es que si me llaman mientras voy de camino al trabajo…”, “solo he tomado una caña”, “es que si me pongo el caso me despeino y paso mucho calor”, “es que tengo prisa” o “tengo toda la carretera para mi” son excusas que alguna vez hemos puesto o escuchado y es que parece que no tenemos conciencia de lo fácil que es tener un accidente y todo lo que ello implica.
Lo peor que puede pasar si tenemos un accidente no es perder nuestra vida, ya que cuando cogemos un coche también tenemos en nuestras manos la vida de la gente que circula a nuestro alrededor, la de la gente que nos conoce y quiere y la de la gente que conoce a los que circulan a nuestro alrededor y los quieren. Podemos destrozar una familia: la nuestra si morimos en el coche (nosotros al fin y al cabo no estaremos para ver como nos rezan y lloran) o la del padre que va delante nuestra en el coche rojo a buscar a sus dos hijas a la guardería, y que no llegará nunca por culpa de la temeridad de otro (ejemplo ficticio, seguro que conocéis alguna historia real).