Alex, un amigo, nos ha escrito este texto para que lo publiquemos:
Buscando refugio que cubra mi alma de esta lluvia de infortunios en este duro recorrido, me encuentro sin rumbo, perdido en un desierto repleto de nada, brindando agrios saludos con soledad, aquella que tiene el don de aparecer en los malos momentos, que entra sin llamar por la puerta de la tristeza recordando a mi mente frágil, debilitada por el momento, que estás solo. Y no solo de no tener a nadie más a tu alrededor, sino solo de no saber llenar el vacío que dejan en tu mente y en tu camino la ausencia de aquellas personas que para ti resultan imprescindibles para subsistir. Es como si la rosa que uno guarda en su pecho se fuera desvaneciendo perdiendo sus pétalos que la hacen parecer siempre resplandeciente. Esa rosa está triste, sabe que en vida no gozará de la presencia de esos inimitables seres tan especiales, capaces de transmitir su cariño sólo con su presencia. Pero en el fondo también es consciente que sus pétalos estarán siempre aferrados al tallo del recuerdo que sin esfuerzo perdurarán con el aroma que dejaron dentro de ella. Y uno tiene la sensación que el tiempo se detiene ante algo tan impactante, que todo se paraliza como si lo demás no tuviera importancia. Pero el mundo sigue fríamente su trabajo, como si no le importara tu problema, girando sin detenerse y sin darte la oportunidad de llorar por lo que tanto necesitas. Y sabes que las necesitas por que te das cuenta que como ellas no ha habido, ni habrá quién pueda sustituirlas. Y es que uno siente el calor del amor cuando nota que las personas que le rodean son únicas. Ellas lo eran. Una por que me vio nacer y educó enseñándome el uso de las armas de esto duro y continuo enfrentamiento. Y otra por que regaló al lado más desagradable de esta vida la mejor de sus sonrisas, como si de una burla se tratara. Ella que destapando el tarro de las esencias me impregnó de por vida con su sonrisa. Ellas, que sólo con estar trasmitían tranquilidad....
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Buscando refugio que cubra mi alma de esta lluvia de infortunios en este duro recorrido, me encuentro sin rumbo, perdido en un desierto repleto de nada, brindando agrios saludos con soledad, aquella que tiene el don de aparecer en los malos momentos, que entra sin llamar por la puerta de la tristeza recordando a mi mente frágil, debilitada por el momento, que estás solo. Y no solo de no tener a nadie más a tu alrededor, sino solo de no saber llenar el vacío que dejan en tu mente y en tu camino la ausencia de aquellas personas que para ti resultan imprescindibles para subsistir. Es como si la rosa que uno guarda en su pecho se fuera desvaneciendo perdiendo sus pétalos que la hacen parecer siempre resplandeciente. Esa rosa está triste, sabe que en vida no gozará de la presencia de esos inimitables seres tan especiales, capaces de transmitir su cariño sólo con su presencia. Pero en el fondo también es consciente que sus pétalos estarán siempre aferrados al tallo del recuerdo que sin esfuerzo perdurarán con el aroma que dejaron dentro de ella. Y uno tiene la sensación que el tiempo se detiene ante algo tan impactante, que todo se paraliza como si lo demás no tuviera importancia. Pero el mundo sigue fríamente su trabajo, como si no le importara tu problema, girando sin detenerse y sin darte la oportunidad de llorar por lo que tanto necesitas. Y sabes que las necesitas por que te das cuenta que como ellas no ha habido, ni habrá quién pueda sustituirlas. Y es que uno siente el calor del amor cuando nota que las personas que le rodean son únicas. Ellas lo eran. Una por que me vio nacer y educó enseñándome el uso de las armas de esto duro y continuo enfrentamiento. Y otra por que regaló al lado más desagradable de esta vida la mejor de sus sonrisas, como si de una burla se tratara. Ella que destapando el tarro de las esencias me impregnó de por vida con su sonrisa. Ellas, que sólo con estar trasmitían tranquilidad....
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Atom
13 de enero de 2006, 0:40
El texto es precioso y no voy a negar que se me han saltado unas lagrimillas al leerlo. Porque si porque es cierto, cuando se van sientes ese vacío que nadie puede llenar y que siempre se quedará así y piensas que nunca las vas a volver a ver y sólo te ocnsuela pensar que están en tu recuerdo.
Aunque muchas veces no puedes recordarlas con precisión, siempre quedará sus detalles que más te importaban junto a ti.
No se quien ha sido el autor del texto pero gracias a él y a sacris por publicarlo, porque es un texto que merece la pena que se lea.
un beso a todos
13 de enero de 2006, 2:08
maravillosas palabras.
13 de enero de 2006, 19:26
Yo todavia tengo su aroma en mi mente y no olvido.
Bonitas palabras, un saludo a todos/as.