Ya sé que a veces no hago todo lo que digo

Hoy estuve leyendo otra vez uno de mis libros favoritos: “El Principito” de Antoine de Saint-Exupéry, y me paré en el capitulo en el que el pequeño zorro le cuenta lo que pasa cuando “domesticas” a alguien o alguien te “domestica” a ti. Ese capitulo es especial puesto que nos cuenta también el secreto del zorro (por supuesto que no lo voy a revelar yo aquí, si quieres saberlo lee el libro que es corto o más bien concentrado como los buenos perfumes).

Domesticar o crear lazos, es sentir la necesidad mutua de estar con alguien puesto que ese alguien es único para ti y tu eres único para él. Como consecuencia inevitable de esto resulta que cuando esa persona está lejos la echas de menos. En mi vida, y espero que en la de todos también, hay gente que me tiene domesticado. No son muchos sino los justos, y quería dedicarles a todos ellos este post. En especial se lo quería dedicar a una de ellas, puesto que echarla de menos me es muy fácil aunque solo me falte cuatro días.