Cuando salió de casa la lluvia chapoteaba en los pequeños charcos que se habían formado en las aceras. Eran las ocho de la mañana y llegaba tarde a trabajar. Se abrochó la cremallera de la cazadora negra que estrenaba y comenzó a correr hasta la parada del autobús que le dejaba a la puerta de su oficina. Al doblar la esquina vio que había tanta gente esperando que la pequeña marquesina parecía un hormiguero en plena hora punta. Se quedó un poco al margen, mirando al cielo mientras la lluvia le caía en la cara y a los veinte minutos llegó por fin el autobús. La gente se agolpó en las puertas cuando se abrieron y poco a poco entraron todos y aunque cuando él entró todavía quedaban sitios libres prefirió quedarse de pie apoyado en la ventana, justo frente a la puerta de salida. Los cristales ya se habían empañado cuando el conductor arrancó el autobús y a los diez minutos el ambiente era irrespirable. Comenzó a limpiar el vaho para ver si llegaba a su parada cuando una voz detrás suya dijo:
- ¿Podrías abrir una ventana?
- Si claro - dijo él.
Nada más abrir la ventana se dio la vuelta para ver quién le había hablado y descubrió a una mujer joven que le sonreía. Era una sonrisa amplia que hacía juego con unos ojos también grandes y marrones precedidos de unas incipientes ojeras. Tenía el pelo castaño peinado a lo Marilyn Monroe y un ligero maquillaje le coloreaba los pómulos.
- Muchas gracias - le dijo.
- No hay de qué - llegó a pronunciar él.
En ese mismo instante ella se dio la vuelta y el se fijo en como iba vestida. Llevaba unas medias negras y una falda verde junto con una chaqueta a juego. Bajo la chaqueta llevaba una camiseta de tirantes negra muy ajustada y calzaba unas botas marrones con poco tacón. Se dirigía a la puerta y él pensó que bajaría en la siguiente parada, pero en lugar de eso ella se sentó en el suelo, en las escaleras. Después de mirarla un buen rato volvió la cara hacía el cristal, y al limpiarlo comprobó que la siguiente era su parada. Le dio al botón y un montón de gente se dispuso a salir. Ella se levantó para dejar paso.
- ¡Hasta luego! - Le dijo ella sin dejar de sonreír.
- ¡Hasta luego!
Cuando bajó del autobús la lluvia seguía cayendo. Volvió a quedarse mirando al cielo mientras la lluvia le caía en la cara.
- ¿Podrías abrir una ventana?
- Si claro - dijo él.
Nada más abrir la ventana se dio la vuelta para ver quién le había hablado y descubrió a una mujer joven que le sonreía. Era una sonrisa amplia que hacía juego con unos ojos también grandes y marrones precedidos de unas incipientes ojeras. Tenía el pelo castaño peinado a lo Marilyn Monroe y un ligero maquillaje le coloreaba los pómulos.
- Muchas gracias - le dijo.
- No hay de qué - llegó a pronunciar él.
En ese mismo instante ella se dio la vuelta y el se fijo en como iba vestida. Llevaba unas medias negras y una falda verde junto con una chaqueta a juego. Bajo la chaqueta llevaba una camiseta de tirantes negra muy ajustada y calzaba unas botas marrones con poco tacón. Se dirigía a la puerta y él pensó que bajaría en la siguiente parada, pero en lugar de eso ella se sentó en el suelo, en las escaleras. Después de mirarla un buen rato volvió la cara hacía el cristal, y al limpiarlo comprobó que la siguiente era su parada. Le dio al botón y un montón de gente se dispuso a salir. Ella se levantó para dejar paso.
- ¡Hasta luego! - Le dijo ella sin dejar de sonreír.
- ¡Hasta luego!
Cuando bajó del autobús la lluvia seguía cayendo. Volvió a quedarse mirando al cielo mientras la lluvia le caía en la cara.
24 de octubre de 2006, 11:54
muy,muy bueno sacris, me ha encantado...eres genial! un besito, ciao!
24 de octubre de 2006, 11:55
ah! por cierto..la vuelve a ver?...:-p
24 de octubre de 2006, 18:33
Eso eso, ahora molaría que volviera a encontrársela en una cafetería por ejemplo y se tomara algo con ella.
24 de octubre de 2006, 21:25
Se me hace tan familiar leer esto.. podría haberme pasado a mi perfectamente, de hecho me han pasado cosas de esas.. e incluso hemos llgado a ser amigos :) y todo por una sonrisa, q cosas tiene la vida :)
Un saludo!!
24 de octubre de 2006, 22:21
q romantico, no? yo tb a veces pienso esas cosas
Si q molaria q se volvieran a encontrar
besossss
24 de octubre de 2006, 22:30
Estos pequeños detalles son los que alegran el día a la gente, ¿es posible que ese pequeño principito la vuelva a ver?
¡Besos!
24 de octubre de 2006, 22:39
La verdad es que sería genial que volviera a verla, quedar para ese café como dice chasky, pero creo no creo que pase. Fue solamente un pequeño detalle que alegra el día, como dice ninfa, un modo de decir que aún hay gente que sonrie por las mañanas
24 de octubre de 2006, 23:20
la verdad que se ha hechado de menos un numero de telefono en la historia, a la proxima deberias llevar una tarjeta con tu numero, solo por si acaso, y oye, tu se la das, nunca se sabe quien te puede llamar
25 de octubre de 2006, 0:35
el destino? siempre mola pensar que pueden ocurrir cosas como esta...
25 de octubre de 2006, 21:05
Hostis tu, que bién escribes. Eso me ha pasado a mi y siempre me he tirado de los pelos por ser tan tímido.
Claro que ahora que me he quedao calvo no me pasa.
Venga tio, que te cuesta una segunda parte. Si quieres nos ponemos todos a buscarte una prota digna del relato...
25 de octubre de 2006, 22:50
kina uuum la próxima vez será, o a la siguiente, o a la siguiente de la siguiente....
jos jajajaja, con la cantidad de locas que hay por ahi, yo no doy mi número a cualquiera
sub el destino es muy jodido, hay quien dice que reparte las cartas y luego nosotros jugamos la partida, de modo que lo importante es saber jugar tu mano
carlos martinez pues la verdad es que no me importaría nada que apareciera una prota digna de protagonizar una novela y no un simple relato
27 de octubre de 2006, 13:49
Qué curioso, a mí me está pasando algo parecido todas las mañanas, en el mismo autobús... con el mismo chico. Confieso que he llegado a dejar pasar autobuses para coincidir con él en el suyo. (Lo sé, es una locura hacer eso a las ocho de la mañana y llegar un poco tarde a la oficina). Nunca hemos hablado, pero siempre nos quedamos mirando... y he decidido que la semana que viene me acercaré antes de bajar, le pediré disculpas con cara de cordero degollado, me quitaré los cascos (él se quitará los suyos -espero-) y tras decirle : "no me creo lo que estoy apunto de hacer", le daré una nota pidiéndole que no me denuncie a la EMT, dándole mi teléfono y proponiéndole una cerveza... a una hora más adecuada.
Algo me dice que jamás llamará. Pero la vida pasa tan rápido... ¿por qué no?
Es estupendo encontrar otras historias como ésta, de encuentros por la mañana, entre legañas, 20 minutos, autobuses y charcos.