El otro día iba por la Plaza Mayor y después de haber tomado un poco de sidra y un bocadillo de calamares maté un pájarillo. Fue un accidente, era de noche y no vi como el desafortunado bicho que no sabía aún volar se metía bajo mi zapatilla. Pobrecillo: cantó su último piar y ahí acabó su vida.
Hay que ver, la de cosas que cambiamos cada día con nuestro caminar en las vidas de los que nos rodean y no nos enteramos, y la de cosas que podríamos cambiar pero dejamos pasar.
25 de julio de 2005, 10:57
hay q ver... se te quedaria un mal rollo... es q ayer fue un dia muy raro raro raro... y si no visita mi blog. siento quitarle sensibilidad al tema pero... q no se hubiera metido por ahi el pajaro. Besitos
25 de julio de 2005, 23:50
Juuuu, ya ves q si me dio mal royo, m dio mucha penilla. Seguramente tan lejos del nido hubiera muerto igual.