Ya sé que a veces no hago todo lo que digo

¿Alguna vez habéis visto a alguien comer un langostino con la cuchillo y tenedor? ¿Lo habéis intentado? Creo que es una de las cosas más difíciles que hay en esta vida y que tienes que ser casi cirujano para tener buen dominio del bisturí y poder hacerlo de un modo elegante. Por eso yo jamás lo he hecho. De hecho me parece pijo, repijo y finolis, y creo que hay alimentos que se deben comer con la mano y da igual que puedan pensar que es de mala educación.

Pero bueno, ayer me traje al trabajo para comer unas costillas de cerdo asadas, no como las de la Donna sino solo con vino blanco (ya os daré la receta) y como estaba en el comedor de la oficina rodeado de compañeros me dije a mi mismo “vamos a intentar que no me mire la gente” y en vez de cogerlas con la mano decidí comerlas con cuchillo y tenedor mientras pensaba "van a pensar que soy un pijo repijo, y ya es la segunda vez esta semana...".

¡Que cosa más dificil! Rodeado de patatas no sabía como poner cada costilla para que tuviera buen apoyo y cada vez que iba a coger algo me daba la impresión de que iba a salir disparada en un mal gesto de cuchillo.

Ains, ains, ains… y encima me quedé con las ganas de chuparme los dedos… ¡con lo ricas que estaban!

A veces resulta más fácil romper la baraja. Dejar que el orgullo nos controle, no ceder en nada y hacer que nuestro criterio predomine. Que los demás no piensen que pueden manejarnos y que pueden salirse siempre con la suya. A veces resulta más fácil romper la baraja. Dejar que pase el tiempo y que todo quede parado, que no se pueda avanzar ni solucionar nada si el camino no pasa por donde nosotros queremos que pase. Si, es cierto. A veces resulta más fácil, pero no era de eso de lo que quería escribir cuando le puse el título al artículo.

Llegamos al amor no cuando encontramos a la persona perfecta, sino cuando aprendemos a creer que una persona imperfecta es totalmente perfecta.

"Señor con sombrero y garrote
bajo la luz de una farola".

Creo que la vida va por rachas. Unas veces son cortas, otra más largas, a veces buenas, a veces malas... pero siempre son rachas con principio y final, que puede ser un momento puntual como un cambio de trabajo, una mala noticia, un encuentro con alguien o un premio de una lotería, pero algunas veces no hay razón aparente: simplemente las cosas que salían mal empiezan a salir bien o viceversa.

Y así la vida sigue.