Ya sé que a veces no hago todo lo que digo

El otro día me dijeron que hacía mucho que no escribía en el blog y lo cierto es que es verdad: nunca antes desde que lo empecé había pasado un mes entero sin que publicara algo y bueno… creo que la última vez que escribí fue en marzo. Como ya dije una vez a veces me pasa que no tengo ganas de habar, y no es que no quiera hablar de un tema en concreto o que no quiera hablar con una persona en particular, sino simplemente que no tengo ganas de hablar, pero sé perfectamente que tengo un montón de gente que me rodea y en la que confío plenamente.

Del mismo modo también sé que tengo el blog para cuando me apetece escribir y que quizás si tuviera ganas podría contaros de nuevo o contar de otro modo que al final se acabó el fútbol de la ONCE y he colgado las botas, que me ha dado mucha pena que cierta persona se alejara de mi vida justo nada más volver a ella, que eso no quita que me alegre por ella y le desee todo lo mejor, que estoy trabajando mucho en un proyecto que tengo ganas de ver por fin publicado, que estoy echando muchas horas extra para ello porque creo que además me puede venir bien para mi futro, que tengo también un par de proyectos para mi vida que me tienen en ascuas, que hay gente de mi entorno que me tiene preocupado, que hay gente de mi entorno que ha tenido mucha suerte y ha trabajado un montón y ahora le está saliendo todo bien y estoy contentísimo, que cada vez me molestan más cosas mías como dormir tan mal y tan poco o ser un metepatas, que tengo muchos primillos nuevos….

Como digo si tuviera ganas de hablar contaría muchas cosas en el blog, pero francamente ahora no las tengo y me doy cuenta cada vez que empiezo a escribir algo y por eso últimamente prefiero el directo, hablar con una caña con la gente que aprecio y dejar la escritura para cuando vuelva la inspiración.

Quién sabe, quizás hoy no fue un mal día para volver al blog.

Esta mañana he pensado en las expresiones que se pierden con el paso del tiempo. Y una que me ha llamado la atención es cuando alguien alguna vez ha dicho "has tirado de la cadena". Todos sabemos para qué se emplea esa expresión, o no, por si hay despistados, es cuando alguien hace de vientre o cuando se hacen aguas menores.

Mi pregunta es, ¿de dónde viene esa expresión?, sí, curisosamente, todos vemos un tirador o un botón en el depósito del inodoro. La respuesta me la conozco, imagino que muchos de vosotros también, pero como con el paso del tiempo una acción tan simple se convierte en una expresión, y hoy día, casi en deshuso.

¿Conocéis más expresiones que puedan estar en deshuso? y de paso si nos contáis su origen, pues mejor, así aprendemos algo nuevo.

Ayer estuve haciendo la compra de la semana, como ya os he comentado en entradas anteriores, y me resultó algo curioso o más bien, distinto o mejor dicho, especial. La última vez que estuve comprando recuerdo que había una madre con dos hijos, niño y niña, aquí no es cuestión de sexos. Y reconozco que era el niño el más latoso de los dos, estaba trasteando por todos los mostradores de frutas, y abriendo y cerrando los frigoríficos, en resumen, pasando de la madre y de la compra. Por otro lado, la hija seguía a la madre pero tampoco la ayudaba solo estaba junto a ella, por lo que la madre hacía la compra, y cuidaba del niño que andaba toqueteandolo todo.

Y ayer comprando pasó más o menos lo mismo, solo que eran dos niñas, mellizas o gemelas, no las pregunté. La diferencia era que las dos estaban junto a la madre ayudándola a elegir que seleccionar en cada momento. Y la peculiaridad es que son dos niñas con síndrome de Down.

La vida te cambia completamente con un pequeño matíz, ni a mejor ni a peor, porque la ayuda de la segunda madre no la tiene la primera. Esto es para saber vivir con lo que tenemos y sentirnos felices de lo que podamos conseguir en la vida.

Aprovechando estos días de lluvia, me estoy asomando más de lo que suelo hacer por la ventana. Como ya dije, me gusta ver llover desde la ventana. Y hoy pues he pensado contaros que se ve desde mi ventana.

Hay un pequeño jardín cuadrado, custodiado por los edificios donde vivo, en tres de sus lados, y el frontal abierto a un parque aún más grande. El jardín tiene unos pocos árboles, depende del cuidado de los jardineros que haya más o menos, y de lo que aguanten los pobres, y unos cuantos setos y arbustos bajos con flores y muy colorido en primavera. Cosa que este año, pues está tardando más de la cuenta. Incluso os puedo contar que del tiempo que llevo viviendo aquí, un pequeño tallo que había en un extremo del jardín se ha convertido en un árbol de unos diez metros de altura, llega sobradamente a la segunda planta del edificio y eso que el suelo del jardín esta al nivel de la calle, por lo que son tres plantas.

Tiene un pequeño cartel metálico, viejo, ennegrecido y descolorido del tiempo que lleva, que reza algo como no pisar el jardín o no dejar pasar perros, y ves continuamente perros haciendo sus menesteres. Y los dueños, pues eso, tan contentos, que decir. Son las cosas que se ven desde mi ventana. ¿Desde las vuestras que se vé?