"Lo QuE No Se DiCe Se PiErDe"

El otro día recordé una historia que había contado JoseFaura hace tiempo, pues me encontré con el mismo chaval del que habla él. Es un chico no muy alto, delgado, con gafas y el pelo corto. Llevaba unos vaqueros y una camisa de cuadros y llevaba puesta una mochila morada bastante cargada.
Yo iba de pie frente a la puerta, generalmente no suelo sentarme en los autobuses ni en los trenes, y creo que fue en la estación de Valdezarza donde subió él. Entró por la puerta que estaba frente a mi y tuve la suerte de ser elegido.
- ¡Choca esos cinco!
- ¿Como? - le dije mientras me quitaba los cascos.
- ¡Choca esos cinco! - repitió
Cuando le choqué la mano me sonrió y dijo "¡La otra mano!". La gente al rededor miraba, unos con curiosidad, otros divertidos, otros pensando "¡Que no me toque a mi!" (hay cosas que se leen en la cara). Cuando le choque la otra mano me sonrió, me deseó buen día y se fue a que le chocara la mano un hombre trajeado con un maletín y los cascos puestos con la música que ni siquiera se quitó. Al ver que no le hacía caso se fue a por otra chica, que con una sonrisa repitió el mismo gesto que había hecho yo.
Me quedé pensando en el hombre del maletín. ¿Tanto cuesta dedicar un minuto a una persona que no conocemos? ¿Por qué responder con indiferencia? Hay cosas que no cuestan n-a-d-a. Como dice el nick de una amiga mía "Una sonrisa es una línea curva que endereza las cosas". Quizás faltan más sonrisas en el mundo.
El otro día en la cena mi hermano nos contaba que había escuchado en su facultad a un chico que decía que para merendar se comía un potito. El chico se lo estaba contando a dos amigas suyas muy convencido, que si estaba muy rico que si era nutritivo... pues bien ya os estais imaginando, ¿verdad?
Pues si, esta tarde cuando venía del trabajo he comprado dos potitos para cenar, uno de pollo con verduras y otro de cordero y he descubierto que no me gustan. Primero la textura, es una papilla que ya desde que la ves te da asco y luego el sabor, ni sabe a pollo ni sabe a cordero.
En fin, que he comprobado empíricamente que no me gustan los potitos.
Ayer tuve un viaje movidito al trabajo. Llegué una hora tarde y es que tuve que esperar 20 minutos al metro en Guzmán el Bueno, pero eso no fue lo más grave: lo peor fue lo que nos pasó después en el autobús.
Acabábamos de salir de Moncloa y un poco antes de pasar la Facultad de Veterinaria hay una incorporación a mano derecha. En ella una furgoneta esperaba para poder entrar pero como suele ocurrir, el conductor del autobús no quiso dejarle pasar. Como el atasco de salida es frecuente íbamos despacio, y el conductor de la furgoneta se empeñó en incorporarse. Total, que el autobús se llevó por delante el retrovisor de la furgoneta y como ésta no se echaba para atrás siguió dejando su huella en la chapa hasta que pasó el autobús por completo.
El conductor de la furgoneta salió por la otra puerta y hecho una furia se puso a darle patadas y puñetazos al autobús llamando de todo al conductor y éste, viendo los humos del otro hombre decidió seguir adelante.
Al ver que el autobús se iba el otro hombre, un gitano, corrió hasta su furgoneta y sacó de ella una piqueta y con ella volvió hacia el autobús y golpeó en el cristal del conductor haciéndolo añicos.
Al ver esto el conductor del autobús se asustó y saliendo como pudo intentó salir del atasco, comenzando así una persecución por la A6 puesto que el gitano se subió en la furgoneta y vino detrás al estilo de cualquier película de acción americana: saliéndose al arcén o por la hierba, llevándose señales de tráfico por delante y esas cosas hasta que por fin nos dio alcance y adelantándonos para cruzar su furgoneta y cortar la autovía.
Una vez retirados al arcén vino otro autobús y nos subimos en él, de modo que ya no vi como terminó el asunto. La culpa fue del gitano, él tenía que haber cedido el paso, pero una viajera de las que lo saben todo empezó a decirle al conductor que era un racista. Es cierto que si se hubieran parado los dos de primeras y hubieran firmado los papeles del seguro se hubiera acabado el asunto sin más incidencias, pero también lo es que si alguien viene diciéndote cosas del estilo a (y cito textualmente) "Si supiera donde vivieras te enterraba", "Te voy a hacer la vida imposible, voy a vigilar todos los días esta línea y te voy a matar" y luego viene con una piqueta y te rompe la ventanilla mientras sigue diciendo cosas del estilo, lo que está claro es que no tiene ganas de hablar ni de arreglar las cosas sino de bronca.
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