Hoy se celebra el día en que los madrileños se rebelaron contra la ocupación francesa en lo que dicen que fue el primer levantamiento popular en el que hubo sentimiento de nación española dando comienzo a la Guerra de la Independencia. Como tal y dado todo lo que supuso se instauró ese día como “Día de la Comunidad de Madrid” y durante estas fechas se celebran en la capital diversos acontecimientos que rememoran dicho acontecimiento. Pero yo no os voy a hablar de esto sino que como madrileño que soy quiero tratar de contaros que es para mi esta ciudad y explicaros ese sentimiento amor-odio que sentimos muchos de los que aquí vivimos.
Madrid es una ciudad genial. Lo primero que cabe destacar es la cantidad de opciones que te presenta. Opciones culturales, sociales y laborales. Tenemos un montón de teatros, cines, espectáculos o museos a los que poder acudir, para todos los gustos y para todas las edades tanto gratuitos como de pago y además disponemos de una de las mejores redes de transporte del mundo ya que contamos con autobuses diurnos y nocturnos, trenes de cercanías y además el metro, que para mi es una de las cosas que más identifica a los madrileños. Además disponemos de muchas asociaciones culturales, juveniles e independientes que organizan actividades tales como senderismo o diversos cursos de baile, instrumentos musicales y cosas así. No debemos olvidar que nuestra comunidad además está situada en un punto estratégico de la península ibérica, y gracias al avión o al AVE podemos estar en menos de cuatro horas en Valencia, Málaga o Barcelona. Y hasta ahí es lo que podría contaros un guía turístico cualquiera, que además os recomendaría visitar El Prado o cualquiera de nuestros museos o incluso El Escorial, Aranjuez o alguno de los muchos pueblos madrileños dignos de ser visitados al menos una vez.
Personalmente a mi de Madrid me gusta el anonimato que te da. Me encanta caminar por el Madrid de los Austrias, andar por el Palacio de Oriente, la Puerta del Sol, Opera, Gran Vía, la Cibeles, Moncloa, Callao, el Templo de Debot o el Retiro y contemplar lo pequeños que somos en el mundo. Sentirme como una gota de lluvia, uno entre un montón. Parece que los problemas son más pequeños y todo se me hace muy relativo. Es una sensación que no se explicar pero que se aproxima mucho a lo que un amigo mio escribió hace poco en su blog tomando como referencia una escena de la película de Matrix:
Stanz en su blog escribió:
Cuando espero un semáforo, y de repente se pone en verde nos cruzamos muchas personas y me siento como un un dato que intenta cruzar una matriz de objetos, donde por un momento puedes perder tu identidad o colisionar, si tu algoritmo no esta bien implementado.
En cambio lo que más detesto de Madrid es el estrés que lleva esta ciudad. Aquí todo el mundo tiene prisa y corre para algo aunque no sea más que para no perder el metro, como si los cuatro minutos que tarda en venir el siguiente (veinte en horas nocturnas) fueran una eternidad y si hay que empujar a la gente para entrar en el vagón pues se empuja y punto. Vagones que a veces están colapsados y en los que cuesta respirar, la hora punta es tremenda. Esa sensación de ahogo nos hace escaparnos de la capital siempre que tenemos unos días libres, ya sea al pueblo o a la playa, ya que además la mayoría de la gente que vive en Madrid no ha nacido aquí o como es mi caso que pese a haber nacido aquí mis padres no lo hicieron puesto que son segovianos. El caso es que como decía Sabina en una de sus canciones “pero siempre hay un vuelo de regreso a Madrid”, y es que cuando llevamos un tiempo fuera de la capital la echamos de menos.
No voy a negar que en muchas ocasiones me he planteado irme a vivir fuera. El sur me gusta mucho por su gente y la alegria que tienen al hablar, me encanta la gracía andaluza y seguramente algún día viva cerca del mar, al menos un tiempo, pero mientras tanto si os pasáis por Madrid avisarme y nos tomamos una caña y un bocadillo de calamares en la Plaza Mayor y me contáis que os trasmite y si lográis entender ese sentimiento amor-odio que tenemos muchos de los que aquí vivimos.