Después de mi entrada en el mundo deportivo con el fútbol sala, el pádel y el gimnasio ha llegado la hora de empezar a competir.

Por un lado hoy tengo torneo de pádel. Resulta que han organizado uno en el lugar al que he ido a jugar un día. Hay varios niveles, entre ellos uno para los que llevan jugando de cero a dos años y como yo llevo jugando un año (en realidad me regalaron la raqueta en mi cumpleaños, allá por marzo, y en estos casi once meses he jugado cinco veces solo) y me pareció que podría ser divertido pues nos hemos apuntado mi hermano y yo. Nos van a ganar, porque seguro que se habrán apuntado personas que jueguen asiduamente pero bueno, lo pasaremos bien.

Por otro lado el fútbol sala. No recuerdo si os conté que al final me hice ficha de portero en el equipo. Es un equipo de la ONCE y jugamos en la FEDC (Federación Española de Deportes para Ciegos). Hay dos categorías, invidentes y deficientes visuales y yo juego en esta segunda, pero juego como portero porque son los únicos que pueden ser videntes. Como iba a entrenar todos los días el entrenador me dijo que me hiciera ficha, que les sobraba una y les podría hacer falta. Hace dos sábados tuvimos el primer partido e iba a jugar: el tercer portero se retiró del equipo, no encontraban la ficha del segundo y el primero tenía examen de modo que me tocaba resolver la papeleta. Al final el equipo contrario se retiró y no pude debutar, pero el domingo que viene tenemos el siguiente partido y voy a volver a ir convocado si no aparece la ficha del segundo portero. Ya os iré contando.

¡Que mal que lo pasé el otro día en la oficina! Ya os he hablado un par de veces de la cafetera y del café. Pues bien, tengo una taza que me regaló un compañero y por las mañanas cuando está el café recién hecho y huele tan bien me hecho un poquito en la taza y me lo tomo con mis compañeros. Al rato, ya a la hora de desayunar bajamos a "la cocina" y me tomo otra taza bien cargada de café, con bastante azúcar porque el café me gusta dulce.

Pues bien, el otro día me dio una sobredosis de café. Estaba yo tan tranquilo en mi sitio cuando de repente me empieza a temblar el brazo. Al poco empiezo a sentirme nervioso sin ninguna razón y hasta tuve que levantarme un par de veces al servicio a caminar un rato y a mojarme la cara.

Aains, estará muy rico, pero está claro que en exceso, como todo en esta vida... pues es malo.

¿Os ha pasado alguna vez?

Actualizacion: Stanz, la taza me la regaló por mi cumpleaños Stanz. Anda tonto... que ya te nombro.

Anoche estuve cenando en un italiano y me fié de minel en el plato que cogí. Resulta que eran tallarines (la carta venía en italiano y traducida debajo en castellano, pero la verdad es que no lo miré) y cuando me llegó el plato a la mesa les comenté al resto que si hubiera sabido que eran tallarines (o espaguetis) no lo hubiera pedido. Y es que resulta que me da vergüenza comer espaguetis en público porque soy como un niño chico. ¿Habéis visto el anuncio ese de los espaguetis que te regalan un tenedor que le das al botón y da vueltas y se enrollan los espaguetis y eres el más feliz del mundo? Pues bien, yo sería feliz con un tenedor de esos.

Pero bueno, me dieron una cuchara y por primera vez en la vida intenté comer los espaguetis con cuchara y tenedor, puesto que para mi esa cuchara siempre había estado de más, y no salí mal parado ni me manché y me supo muy rico.

¿Vosotros usáis cuchara para ayudar al tenedor al comer los espaguetis o pensáis como yo que es un elemento innecesario para tales acontecimientos?

Como ya os he contado hace tiempo me operaron y me quitaron un condrosarcoma que tenía alojado en una costilla y desde entonces he tenido que ir a sucesivas revisiones en las que me iban diciendo que volviera al año siguiente. Van alternando pruebas cada año, uno me hacen una radiografía y al siguiente un TAC, que es más invasivo y da más detalle de la situación. El año pasado tocó tac y los resultados si bien no fueron malos.... tampoco fueron los mejores de modo que decidieron que para este año se saltarían la alternancia y volverían a hacerme un TAC.

¿Que pasó? Pues bien, en el TAC de año pasado el radiologo observó una mancha en una costilla en el lado contrario al que me habían operado e indicó en el informe que dicha mancha no estaba en las exploraciones anteriores. El médico cuando leyó el informe lo primero que hizo fue mirar en las radiografías y me dijo que parecía una fractura curada, y después buscó las pruebas anteriores y comprobó que la mancha ya estaba ahí en otras pruebas. Con todo eso decidió no adelantar revisiones y seguir cada año, pero cambió la radiografía que en teoría iba a tocar por otro TAC.

La verdad es que si que recuerdo un golpe hace bastante que pudo ocasionar una fractura en la costilla, justo además en la zona donde aparecía en la placa y si el médico no vio oportuno adelantar la cita supongo que sus motivos tendría. Pero en dos semanas tendré la revisión y me darán los resultados de las pruebas y pese a que todos los datos indican que no es nada y que volverán a decirme que vuelva dentro de un año hay un miedo irracional que no logro controlar del todo.

Ya os iré contando.

Hace un tiempo os conté que unos pantalones habían dejado de valerme y se habían convertido en "mis pantalones os prometo que la próxima vez me valen", concepto que saqué de una conversación en el curro a la hora de comer (pantalones que dicho sea de paso... ya no están en mi armario).

Pues bien, el otro día cuando me iba a ir a trabajar empecé a notar que los pantalones que me habían puesto me quedaban un poco justos. "No puede ser", me dije, "si son casi nuevos y ahora que soy deportista no he cogido peso", pero el caso es que me costó meter la cartera, el abono del metro y las llaves en los bolsillos y estaba un poco incómodo. Pero como tampoco me quedaban tan tan justos, pues me fui a trabajar sin más.

Entonces según iba a la oficina me percaté de que iba pisándome los pantalones. "Eso ya si que no, lo que es engordar pues puede ser que haya engordado pero el largo del pantalón.... vamos, yo no soy alto pero encoger lo que es encoger... seguro que no he encogido". Así que cuando llegue a casa a la noche, después de comprobar que seguía viendo el mundo desde la misma altura le pregunté a mi hermano "Oye, ¿estos pantalones no serán tuyos?", y es que si bien el pequeño me saca media cabeza... yo le saco quince kilos.

Moraleja: No te pongas los pantalones de alguien que es más alto y más delgado que tú porque no vas a estar muy cómodo.

Acaba de llegarme un sms al movil que me decía "No te lo vas a creer pero acaba de llegarme un sms tuyo deseándome Feliz Año".

Pues bien, yo ese sms (que mandé el mismo a varias personas) lo envié en Nochevieja, como casi el 80% de los españoles (esta estadística me la he sacado de la manga) de modo que si estamos a once de enero... ¿alguien sabe donde ha estado mi sms en estos once días? ¿o es que acaso es un sms que viene del futuro y no lo mandaré hasta dentro de casi doce meses?

Por favor, señor Iker Jiménez ¿podría ayudarme a resolver este misterio del cuarto milenio?

Como ya os he contado alguna vez una de las cosas que menos me gustan son los paraguas porque pienso que acabas mojándote igual cuando llueve, de modo que no suelo llevarlo (leer Paraguas I y Paraguas II). De todos modos cuando hay días como hoy en los que, al menos por Madrid está lloviendo a cántaros (y nevando, pero no va a cuajar porque el suelo está ya mojado) y estoy tranquilo en casa me gusta mirar por la ventana y ver como va la gente tan feliz con su paraguas cuando de repente viene una racha de viento, les da la vuelta al paraguas y comienza una lucha desigual entre el dueño y el aire para ver quien logra hacerse con el control del paraguas mientras la persona en cuestión acaba calándose hasta los huesos. Y entonces me rio porque forma parte de mi proceso de transformación (leer Un dia de estos I y Un dia de estos II).

Bueno, pues después de todo esto que os he contado..... ¿que pensaríais si ahora os digo que iba a haber comenzado este post diciendo "Esta mañana estaba lloviendo y estaba esperando al autobús con mi paraguas en la mano"?

Pues eso, a buen entendedor pocas palabras bastan, y si además tienes imaginación... podrás reirte un poco más.

Allá para el verano del 2006 metieron en mi cabeza que quizás llevar lentillas pudiera ser una buena idea. Después de tanto tiempo (he sentido un escalofrío en la espalda y todo) puedo decir que fue una buena idea, y aunque no las uso demasiado (solo para hacer deporte y para salir por ahí de vez en cuando) lo cierto es que me siento bastante cómodo con ellas y la sensación de “no ser miope” me gusta.

El caso es que las lentillas y yo no comenzamos con buen pie y en poco tiempo tuve un par de historias que contaros (leer aquí y aquí), pero después hemos estado un buen tiempo tratándonos bien. Hasta el otro día. Había quedado con Stanz y otros amigos para ir a las pre-uvas de la Puerta del Sol y de camino en el metro me di cuenta de que algo no iba bien. Primero de repente estaba todo más gris, más nublado, como si todas las formas y colores hubieran sido lavadas con el detergente malo del anuncio de los payasos y al poco las luces comenzaron a molestarme.

Salí del metro en Opera y subí andando hasta la Plaza Mayor, que era allí donde había quedado y llegué antes de la hora, como casi siempre. Cuando ya quedaba poco para que llegaran los demás empezaron a picarme los ojos, y para cuando vino el primero estaba llorando como una niña, total... que tuve que quitarme las lentillas sin espejo ni ná en medio de la Plaza Mayor y tuve que estar media tarde viendo como una cámara desenfocada.

En fin, menos mal que llevaba unas lentillas de repuesto y pude ponérmelas en un bar, porque estaba muy incómodo con la situación.

La prueba del reloj bien, dio sus doce campanadas y lo dejamos listo para el fin de año.

¡Feliz 2010!

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